Y YO CON ESTOS PELOS.

Quería hacer un experimento donde yo fuera el conejillo de indias.  
Mi objetivo era comprobar hasta qué punto la sociedad marca nuestro comportamiento hacia nuestro propio cuerpo, en este caso en el tema belleza.

Para ambientar la situación, diré que hace años iba encaminada a ser lo que podríamos llamar una Barbie. Mi imagen era el centro de mi vida: mi pelo rubio oxigenado siempre perfecto, mis cremas, mi depilación exquisita, mis manicura y pedicura siempre a punto, mis miles de maquillajes para cada ocasión, mis cuarenta pares de zapatos a juego con mis tropecientos bolsos, mis bucles alimenticios, mi afán por ser la más "perfecta" de todo cuanto me rodeaba: la mejor estudiante, esposa, amiga y trabajadora.





Con el tiempo y la apertura de ojos que me han brindado los años, la mayor parte de esa descripción está fuera de mi personalidad (gracias a la vida!!). Pero había un punto que me llevaba meses rondando la cabeza: la depilación. 

Después de conocer en asambleas feministas a muchas mujeres "del rollo" que cuando levantaban sus brazos dejaban ver una mata de pelo, comencé a plantearme algo. Al principio, reaccioné con asco. Incluso había chicas muy lindas que me gustaban, y era verle su sobaco peludo y automáticamente provocarme rechazo. Más tarde comencé a codearme con amigas, y amigas de amigas que no se depilaban. Y tras conocer sus razones empecé incluso a ver belleza en aquellos cuerpos que se salían de lo comúnmente denominado "femenino". 

¿Por qué hacía falta estar depilada para ser bella? ¿Por la suavidad? No, puesto que ellas siempre están suaves y a nosotras nos salen los pelos como pinchos tras la depilación. ¿Por comodidad? No, porque aún no conozco a una sola persona en la Tierra que acuda con gusto a realizarse la cera. ¿Por higiene? No!!! porque nuestro cuerpo es sabio y sus pelos están estratégicamente situados en él con una función concreta.

Entonces... descubrí lo que sospechaba. Que las mujeres nos depilamos por convención social. 

Mi experimento consistió en dejar de depilarme axilas y piernas durante el mayor tiempo posible. Y así lo hice. Tras la última boda a la que acudí como invitada aparté la cuchilla de mi vida y me dejé fluir. Salía con mis pelos a la calle, de fiesta, a un concierto. Soporté de desconocidxs miradas, gestos y comentarios. Y cuando mis amigas y familiares me preguntaban los motivos escuché de todo: "Ali, eso da asco", "es de guarras", "tíaaaaa tienes que depilarte", "no te pega nada", "uggg". 

Pero yo quería saber si me depilaba porque el mundo me lo imponía como norma.

Hace 33 días que no me depilo ni axilas ni piernas, y he decidido que hoy voy a hacerlo. He comprobado que mi cuerpo me gusta más depilado, no porque me lo diga nadie, no porque sea la moda, sino porque me prefiero así, igual que me prefiero con el pelo liso, con 70 kilos, o sin maquillaje. Cuestión de preferencias. Pero he descubierto que también me gustan mis pelos. Me gustan mis sobacos y mis piernas con pelo de dos semanas, ¿por qué no?. ¿Quién dice que eso es feo? ¿¿¿Lóreal??? ¿¿¿Veet??? ¿¿¿Mi vecina del segundo??? Naaaaaaaah, es sólo una manera de seguir torturando al género femenino para continuar siendo un objeto sexual distinto al macho dominante (nótese la ironía). 

Mi cuerpo me gusta, gordo y delgado, pálido y moreno, flácido y musculado, peludo y depilado. Porque me ha costado años saber que ME AMO, como a tantas otras personas en este sistema. Y como me amo, soy totalmente capaz de decidir sobre mí. Decidir si acostarme con hombres o con mujeres, decidir si tengo un bebé o si aborto, decidir si llevo mis melenas o si me las depilo. Y hoy he decidido que prefiero mi cuerpo libre de vello, así que fuera. Y lo he decidido YO.

Lo bueno de este experimento es que he dado otro paso más en el amor hacia mí misma y hacia mi seguridad. Y que LAS RIENDAS DE MI CUERPO Y DE MI MENTE LAS TENGO SÓLO YO. Y tú las tuyas. Y ellas las suyas. 

 

Y vosotras las vuestras.


-AliZiA.-