viernes, 30 de enero de 2015

Versos.

Como desatados por una furia familiar y no por ello menos desconocida,
palabras se aglomeran a la salida de mi cerebro.



No llegan a la boca,
van,
como de costumbre,
quizá un poco más rápidas que mi voz.

Se atragantan al roce del aire,
prefieren vivir en su cueva
circunvoluciones y cisuras son su guarida.

Ilógico bullir de ideas
de asonante espectro,
como si alguien dentro de mi tomara los hilos
de esta marioneta de hueso y aire.

Ni siquiera sé si pueden llamarse versos,
distintas métricas absurdas e ilusorias,
quizá no sea más que prosa mal escrita.
No obstante, a quién le importa.

Tanto fluir de un punto a otro,
tanta conexión neuronal huidiza,
tanta electricidad desperdiciada
en espirales sin salida.

Confío en que llegue el día
en que mi poesía sea encontrada
por alguien que,
como yo ahora,
descubre los mundos en almas apagadas.

Pizarnik, Neruda, González, Celaya.
Woolf, Cortázar, Unamuno,
tantas otras cabezas,
todo maestría: GRACIAS.

Si algo nos une
será nuestra magia.
Incomprensión errante desde fuera de casa.
Odio sobrante de y a la masa.

Quizá nos falte, quizá nos sobre,
¡qué osadía mi comparación con ustedes!
sin embargo, tan iguales, no en arte
pero sí si a humanidad se refiere.

Cuánta agonía entre vuestras páginas,
cuánta incomprensión,
cuanta desidia.

Si sólo unirnos dos minutos se pudiera
quisiera agradecer que en la vida
no somos todxs tan distintos
como al resto le gustaría.

A veces tachadxs de locxs.
Falta de cordura, insumisión, inadaptación.
Brutal impertinencia a ojos ajenos.
Sufrimiento.

¡Si pudiérais oírme cuánto os comprendo!
Ojalá cogeros de la mano,
abrazaros y en susurros
decir a vuestro oído:
"No estáis solxs, somos muchxs con vosotrxs"
(quizá pocxs).

Daría tanto por mitigar ese dolor que os sirvió de guia,
tanto por compartir parte de esta desdicha,
tanto por iluminar nuestras caras con comprensión mutua,
tanto... nada.

Río, pastillas, leucemia, arteriosclerosis,
insuficiencia respiratoria, soledad, asesinato.
La muerte es la paradoja más sonada de la vida.
Quién sabe cuándo la mía.

La peor, la muerte en vida.
Cuando la interior supera con creces la externa
se aprende a dosificar la cordura,
para que no te roben la única lucidez que te queda
(tu locura).

Semejantes se acercan, pero no llegan
y cuando crees hallar una isla, no era más que un bote,
te mantenía a flote, pero
sin ancla,
siempre llega la deriva.

Vivir, vivir, vivir.
Que me expliquen qué es la vida.
Que me informen si esto que hago es vivir.
Que me muestren cómo se hace.
Que me enseñen cómo se vive,
fuera de una cabeza, si acaso existe tal.

Que quisiera tener la mente de un mosquito
para ver qué tal se vuela sin apenas pensar.
Tendré que esperar a otra vida.
Tendré que esperar.
Quizá.-



-Alizia.-

Gotas.

En nada se parece una gota a otra, en nada (en todo).


Paleta acromática decolorante de estados, tintineo impertinente de insípida sal.
Así está el cielo.

Dejadme que os cuente verdades entre versos:

El mar se bifurca en ríos,
no al revés.
Las mariposas recuerdan el gusano que siempre fueron.
El pasado vaticina y el futuro recuerda.
Las heridas sanan cuando la sangre brota.
A veces un vacío pesa más que cualquier lleno.

Dejadme que os diga que nada es lo que parece:

Que el calor a veces enfría
pero el hielo también quema.
Así, como os lo digo, la verdad es y no.
Depende de quien lo cuenta.


Dejadme deciros que soy
y no soy yo.

Algunos arcoiris auguran tormenta.


- Alizia. -

jueves, 29 de enero de 2015

Jueves.




Despertar en el ronroneo de la paz,
entre sudores ansiosos y calor agobiante,
detrás quedan las vueltas
que de un lado a otro di esta noche,
por fuera
y por dentro.

Me acaricia una suavidad 
(me resulta familiar)
luego me abandona
y mientras se marcha, deja su halo.

Vuelvo en mí.
Me despierto.
Hoy cuidados intensivos. A él. A mí.
Hoy me reencuentro con mi reflejo
y no lo rehúyo, lo enfrento.

En mi rostro sigo viendo los ojos de aquella foto
en la que con sólo tres añitos se me asomaba el alma.
Ese brillo inerte del vacío que me acompaña
que me sigue, que me mata, pero que también me es inherente.

Esos ojos, ahora ciegos, 
sólo colmados por pequeñas pupilas amarillas
con legañas e infecciones 
pero con amor silencioso 
que a todas horas me acompaña.
Gracias a tus ojitos mi vida no termina,
gracias a tu calidez tengo ganas de ser.

Cómo algo tan pequeño puede llenar tanto
aún no lo concibo. 
En cambio cuanto más hueco dentro,
más pesa el vacío.

Lleno mis recovecos con música.
Canto, bailo, sueño por un momento
al compás de ese fa menor. 
Con la caja de pinturas
redecoro mis paredes
(las de fuera, pues las de dentro
ya perdieron su color).

Invado el lento fluir de las horas
con lo banal
para no perder mi última línea de realidad.
La cabeza me avisa
de que la olla reventará
-la presión concentrada no es traidora.-

Salgo a la calle para sumergirme entre la masa
no sea que de tanto pensar sola
deje de existir y no me entere.

Mis pasos torpes me piden que afloje,

los mareos vuelven, la debilidad,
me siento flotar entre el ruido de coches
las piernas me fallan,
vuelvo a sentir miedo.

Espero el minutero insaciable hasta que pasa.
Reanudo la marcha,
me pongo la cara de no pasa nada.
Sigo. Sigo. Sigo. Vuelvo.

Y aquí me reencuentro
dando rienda a mis manos
que no tienen nada mejor que tocar esta tarde

que este sucio teclado.

En las palabras me pierdo,

en las que leo,
en las que pienso,
y ahora también en las que escribo.

Quizá algún día, si me muero
pueda un sol desconocido

encontrar en estos textos
todo lo que yo he perdido.



- Alizia.-