jueves, 4 de octubre de 2012

Y QUÉ.

Y qué si te sigo recordando. Al fin y al cabo es lo normal, no??

Tú me prometiste, me dijiste, me hiciste, me convertiste, me amaste, me abriste, me veneraste, me adoraste, me jodiste, me mareaste, me consumiste, me soltaste, me re-agarraste, me eternizaste, me acojonaste, me enfermaste, me desangraste, me ignoraste, me olvidaste, me reemplazaste y te reíste.


Y yo aún te recuerdo.





Y qué????

Yo nunca he sido buena cicatrizando. Ni el cuerpo ni el alma.

Y no te engañes, que también vivo. Y sonrío. Y gracias a la vida ya no duele (aunque a ratos escuece). Y no necesito a nadie a mi lado para alcanzar la "felicidad extrema", aunque me rodeo de gente que sabe muy bien cómo acariciar corazones. Y conozco, creo, siento, pienso, disfruto, bailo, salto, río -también lloro-, leo, observo, recapacito, recuerdo, revivo, suelto, vomito, bebo, olvido, perdono, cambio, viajo y sí, SOY FELIZ, por supuesto. Como es natural mi concepción de la vida me impide morir con tu muerte, tú no has sido más que unos meses en la trayectoria de estos 28 años. Pero sí que te convertiste en el aguijón de escorpión más profundo y lleno de veneno que me ha picado nunca, y mira que llevo tralla a las costillas. Y sí, también hubo un tiempo en el que fuiste lo más dulce, y donde yo me tragaba en vena tu veneno, camuflado en forma de azúcar.

Pero eso ya NO IMPORTA. No importa nada, ni las promesas, ni tu rapidez, ni toda la mierda que sé que tienes dentro o quizá la que (aunque no lo crea) aún tengo yo. No importa y me hace gracia. Sonrío cuando leo las mismas palabras que a mí me decías, las mismas canciones que a mí me dedicabas, las mismas fotografías, los mismos códigos. Sonrío a la espera de que llegue mi momento de REÍR, pues ya se sabe qué pasa con las que ríen las últimas :)


Y qué. Y qué si a días como hoy sueño contigo y escribo cosas como ésta.

Y QUÉEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE???? Si tú no eres la de antes y yo sólo soy AHORA.

Esto no cambia nada, y la vida sigue, y el tiempo pasa. Y tú y yo somos unas desconocidas, ni siquiera amigas, ni siquiera vecinas, ni siquiera cordiales. Inexistentes. Nulas. Somos como una cualquiera de los miles de millones de personas que habitan el globo.

Pero dentro de todo lo que he aprendido en este tiempo, me quedo con que las palabras se las lleva el viento, y las acciones NO. Y más allá de las conjeturas, los rumores, las habladurías, las opiniones y las palabras, aquí estoy yo con mis acciones. Y tú con las tuyas.

No, la anormal no soy yo por recordarte de vez en cuando. La anormal eres tú.


Y con el paso de los años descubrirás el por qué.






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