domingo, 16 de junio de 2013

Humos y Humores





Escribo estas líneas con un cigarro en la boca y el corazón en la mano.

Estaba yo pensando que fumar es algo similar en cierto modo al amor: crees que puedes soltarlo cuando quieras, y tal vez lo hagas durante un tiempo, pero siempre tienes el riesgo de volver a caer, aún habiendo abandonado el hábito por meses o años.

En mi caso es la tercera vez que cojo el vicio. El de fumar, el de amar, quién sabe de lo que hablo. Me gusta mantenerlo porque otorga bienestar. Y calma, en un caso, ansiedades y, en el otro, tristezas. Ambas quedan cubiertas respectivamente con unas caladas y un abrazo. 

Sí, me gusta. Me gustan.
 

Pero en esos días en los que la cabeza va más rápido que el alma y das las mismas vueltas que un cigarro en una máquina de liar, pienso qué sería de las personas sin malos humos. No hablo ahora de tabaco, hablo de humores. 

Me pregunto si la dependencia emocional que crea el bienestar es susceptible de altibajos. 

Y creo que sí.

Me explico. 

Como cuasipsicóloga puedo decir que la "estabilidad" emocional es importante y necesaria en la buena salud mental de lxs individuxs. Pero dentro de la estabilidad hay momentos maleables, como en toda dualidad que se tercie. Ni días sin noches, ni verano sin inviernos. 

Al igual que el humo se inhala para después ser expirado, los humores se cuecen en las cabezas y son expulsados en forma de palabras, risas o lágrimas. Es así, lo sabemos. Y ningún/a profesional de la Psicología se atreverá a decirme que eso no es sano. Es lo más habitual del mundo entre humanxs.

Así que, mientras apuro mis últimas caladas y mi tristeza se va por los ojos a falta de su abrazo cercano, extraigo conclusiones sobre humos y humores:

- A veces los cigarros no prenden, sea por el mechero, sea por el cigarro. 

- A veces las personas pierden luz, sea por su corazón, sea por su cabeza.


- A veces, sólo a veces, no hay calada que calme tu ansiedad ni abrazo que borre tu tristeza.

Y en este último momento, es cuando me pregunto si los vicios me tendrán atrapada toda la vida.


- AliziA.-

jueves, 6 de junio de 2013

Diferencias.






Existe una gran diferencia entre amar y necesitar.

Nunca entenderé a las personas que dicen "te necesito." Y eso que yo misma lo he dicho alguna vez. Llamadme rara.

Creo que se puede necesitar la compañía de alguien en un determinado momento, el consuelo, el abrazo, las ganas de estar con alguien, llámalo X. Pero NECESITAR es una palabra que a mí me produce dolor de cabeza, o al menos, urticaria.

Se necesita comer, beber, dormir, fumar, tomarse un café, echar un polvo, relajarse, ir al baño, reírse, y otro tipo de cosas similares. En cambio, lo único que podemos hacer con las personas es AMARLAS, tal y como son, sin pretender cambiarlas, ni mucho menos, necesitarlas.

Necesitar a una persona es ponerla en un compromiso. Un compromiso entre sus decisiones y tu necesidad. Porque si esa persona te ama sanamente y sin necesitarte, acudirá seguramente a buscarte sin motivo, tanto en días felices como en días sombríos. Pero si dices "te necesito" a una persona, automáticamente hay que plantearse qué es lo que realmente necesitas de ella: ¿verla? ¿besarla? ¿que te alegre el día? ¿comértela? ¿qué necesitas de ella? porque puede que lo que necesites simplemente sea cariño, y no de esa persona en concreto porque sea ella, sino que la necesidad es la de sentirse queridx por alguien que esté abiertx a darte ese cariño, y ahí... me vais a perdonar pero creo que existe un problema.

Así que, queridxs amigxs y compañerxs, sed muy cautxs a la hora de confundir amor y necesidad.

El Amor da, regala, obsequia, falla, remonta, salta, supera, vive, perdura, no tiene condiciones, y es ante todo, un ejercicio de respeto y libertad. La necesidad es ego, y antes o después va destinada a volver al mismo pozo del que salió.

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