jueves, 17 de enero de 2013

VEINTICINCO.



Antes de amarte, amor, nada era mío: 

vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba. 


Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena. 


Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie, 

hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.

Soneto XXV.  
Pablo Neruda.


2 comentarios:

  1. Ayy Aliss... me parece precioso, pero ya sabes que nada está muerto o vacío dependiendo de alguien, sino de uno mismo.

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  2. Sabes que lo sé mejor que nunca :P pero gracias por apuntarlo! ^^ es que Neruda me pierrrrrrrrrde y... en ciertas situaciones vitales... más ;) besazos!

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