
Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.
Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.
Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.
Soneto XXV.
Pablo Neruda.
Ayy Aliss... me parece precioso, pero ya sabes que nada está muerto o vacío dependiendo de alguien, sino de uno mismo.
ResponderEliminarSabes que lo sé mejor que nunca :P pero gracias por apuntarlo! ^^ es que Neruda me pierrrrrrrrrde y... en ciertas situaciones vitales... más ;) besazos!
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