Era una luz, una cara preciosa, un bonito espíritu. Cuando llegó era AIRE.
También era risa, era compartir, era viajar, era esperar con ansia, era hacer planes, era cosquillas, era ganas de vivir.
Era reencuentros, era fiesta, era complicidad, era suspiros, era suavidad, era real.
Era mi alegría.
Sí, era mi ilusión, era mi sonrisa. Y... por qué no decirlo? Era mi vida.
Era. Porque de hoy para mañana decidió dejar de serlo.
Así, como lo cuento.
Y ese día, esa noche... por un momento yo estuve a punto de dejar de ser.
Entonces, no antes ni después, unas palabras lo cambiaron todo. Y sólo entonces, aprendí.
Aprendí que NO ERA.
-AliZiA-